Lérez es un empleado de Correos y acude todos los días a la Filmoteca de Madrid. Un día descubre el modo de transformar las películas en vino. Al ver una película con mucha intensidad sus glándulas fabrican vino que le sale por los poros. Le cuenta ese secreto a una chica en Chicago y empiezan a seguirlo miembros de la CIA, del Mossad, del servicio secreto iraní, etc. Al final se ve abrumado por una botella de Casablanca. Lérez es un empleado de Correos y acude todos los días a la Filmoteca de Madrid. Un día descubre el modo de transformar las películas en vino. Al ver una película con mucha intensidad sus glándulas fabrican vino que le sale por los poros. Le cuenta ese secreto a una chica en Chicago y empiezan a seguirlo miembros de la CIA, del Mossad, del servicio secreto iraní, etc. Al final se ve abrumado por una botella de Casablanca. «Para usted el cine es un baño –dijo Pilniak–, una iniciación. Es como sumergirse en el agua. Y quiere convertir el agua en vino, como en el mito cristiano». «Convertir el agua en vino –dije– es posible. O sacar miel de la roca, otra frase de la Biblia. El cine es algo milagroso, casi sobrenatural, nos saca de nuestro marasmo, hace que todo parezca valioso. Es la visión pura, es cuando realmente vemos. Cuando vamos por la calle no vemos nada, no nos fijamos en nada. Pero cuando estamos en el cine todo es ver, nos arrebatan las imágenes». «Y usted –dijo el general Pilniak– quiere embotellar esa visión». «Quizá me gustaría» –dije–. «Parece como lo que dice Robert Bresson en El diablo probablemente –dijo el general– El cine tal vez debería estar prohibido, como decía Tolstoi de la música, porque saca demasiado de nosotros mismos, nos remueve las cosas que están escondidas». |
EDITORIAL QUADRIVIUM
C/ Jaume Marquès i Casanovas, 11
17003 - Girona
Tel: (+34) 653 756 979