“…contempló la obra del abandono, el ayer por los suelos…” aldabón de apertura con que José Ángel Ordiz acomete un singular recorrido por los más genuinos destinos del ser humano. Antonio, personaje central de En aquel tiempo, banquero, a punto de entregar el testigo de la historia a su nieto que va a nacer en breve, contempla perplejo e impotente cómo el tiempo, certero en su acto destroza, barre a su paso cuanto se ha construido. Los últimos habitantes de Riberes –también de Pontones y otras aldeas– con los que Antonio tiene contacto, no son más que eso: vestigio indeleble de la historia, sombras del olvido. El conjunto de este original viaje retrospectivo constituye un logrado símbolo que, atravesando la concreción histórica (de la que ofrece, por cierto, un cumplido retrato digno de los mejores estilistas), hunde sus raíces en las secretas motivaciones que, a modo de aciago demiurgo, se expresan en el sujeto humano. No es otra cosa lo que podemos colegir de su lectura: una peculiar versión de este sujeto que se debate con un destino –desconocido por demás–, que le sale al paso en cada recodo del camino. Castrado, frágil en su esencia y efímero, está magistralmente representado tanto en los mutilados soldados republicanos, como en el patetismo de los guerrilleros echados al monte (con ideales, pero sin armas), o en el arduo trabajo de las minas. Sobre este telón de derrota, fracaso y sufrimiento, se dibuja, casi como una mueca, un deseo que lo cercena, lo mueve y lo precipita a buscar siempre en la oscuridad de un pozo –como en la mina–, o en la penumbra, con la única luz de la ilusión de hallar un objeto evanescente, que lo adivina allende las fronteras, o en un futuro difícil de localizar. Huyendo de las tinieblas –“de dónde –se pregunta desolado un personaje–, sacan las ganas de vivir (…), de olvidarse (…) de los males físicos y las heridas anímicas”–, se precipita en el ocaso. En este tenue umbral insiste y consiste la vida. Tal la importancia del texto que les ofrecemos. Con un peculiar y característico estilo, de gran precisión y elegancia, En aquel tiempo, constituye no sólo una original y acertada crónica de los últimos 80 años, (al abrigo, eso sí, de reiteraciones vacuas en temas manidos ya, como lo es la contienda nacional, los político-ideológicos, o el exacerbado patetismo que embadurna la llamada novela de la posguerra); sino que con estos elementos –Ordiz no da una puntada sin hilo–, orquesta una original composición paradójica cuyas notas –a caballo entre el sufrimiento y el gozo, entre el pasado y el futuro: las dos caras de Jano– se originan en la colisión entre las pasiones del hombre, y su deseo escurridizo, impreciso y esquivo. |
EDITORIAL QUADRIVIUM
C/ Jaume Marquès i Casanovas, 11
17003 - Girona
Tel: (+34) 653 756 979