Voces de otra tumba Es un relato que no va a dejar indiferente al autor. Nos adentramos en un mundo paradójico, adornado con un fino humor. El lector, adenrándose en la novela, se va a encontrar con lo que no espera... una alocada historia de humor hilvana las peripecias del detective protagonista. Sostienen los cánones literarios que el escritor debe sorprender al lector, y Adalberto, el narrador de esta historia, está dispuesto a intentarlo desde un principio: decide descuartizar el cadáver del páter José, y lo desmiembra. También, desde un principio, alega ser un esquizofrénico. Un loco demasiado cuerdo, estimo yo, tras conocer sus aventuras y desventuras como incinerador sin permiso o como suplantador de un inspector de policía; tras escuchar sus respuestas en los Cuadernos de Terapia y -fuera del psiquiátrico penitenciario, entre el clero o la droga- sus opiniones sobre lo que observa por las calles de la vida: locos menos cuerdos que él, o menos inteligentes, o menos decididos. ¿Exagera Adalberto? Puede ser. Es un loco oficial, ¿no? Además, sin excesos de algún tipo no se sorprende al lector. En todo caso, los excesos de Adalberto, junto con su sentido del humor, me han servido a mí de relajante cerebral cuando más necesitaba un lenitivo para la cabeza.
José Ángel Ordiz Llaneza (Asturias, 1955) |
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