“Pepe, hijo, aléjate de la ventana”. Con esta frase, puesta en labios de su madre, José Antonio inicia algunos de los recuerdos más significativos de su vida. Le advertía del peligro de ser alcanzado por un proyectil de entre los millones que se intercambiaban entre aquellos españoles intoxicados de cuerpo y alma por el miedo, la ira y la sinrazón. Las guerras civiles en España han dejado durante siglos profundas huellas en las primeras experiencias vitales de innúmeras generaciones. Luego, pasada la violencia explosiva y devastadora, quedaba, durante décadas, otra frase que resumía la cantidad de resiliencia a la que accedían quienes querían evitar el sufrimiento inútil para otros. Tal frase se expresaba más o menos así: “Hijo, tú no te metas”, aludiendo a los temas políticos, tanto a favor como en contra de cualquier régimen establecido: “el collar de juego y miedo” al que alude el autor persiste mucho tiempo después del trauma. Por aquellas precoces experiencias vitales se desarrollaron las que han sido constantes en la conducta de José Antonio: la tolerancia, la capacidad de sana crítica, la perseverancia frente a la tensión destructiva, el equilibrio, la responsabilidad, la ecuanimidad y… la creatividad. Curiosa esta última, que parece estar en cierta contradicción con las anteriores y, sin embargo, lo que hace es reflejar la necesaria complementariedad de un perfil definido primordialmente por lo objetivo y científico frente a lo subjetivo y diletante. José Antonio nace a primeros de junio, bajo el signo Géminis, y aunque soy un lego en materia astrológica, considero que algunos de los rasgos mejores de este signo zodiacal impregnan la personalidad de nuestro representado. (del Prólogo de Ángel Ponce de León) “Autopsia de mi vida” no es un libro al uso. Es una obra diferente. Es el descubrimiento humano y personal de quién ha diseccionado más de cuatro mil cadáveres y ha ejercido su verdadera vocación con una fidelidad que va más allá de lo puramente profesional. Estamos ante un examen más que concienzudo de quién, tras medio siglo consagrado a la Medicina, ha hecho de ésta algo más que un simple modus vivendi. Buceando en sus páginas somos capaces de descubrir a un ser humano que se resiste a pararse, que “es incapaz de sentarse al sol” y que “le aterra malgastar el tiempo”. La verdadera y única autopsia de José Antonio García-Andrade la encontramos al final de este magnífico volumen de la mano de su hija Pepa García-Andrade, magistral colaboradora de este libro. Esta autopsia, realizada en “su refugio, en su cordón umbilical con el exterior” nos facilita datos tan profundos como desconocidos para sus enfermos y para la sociedad de la que José Antonio García-Andrade es un preclaro observador. No cabe duda. “Autopsia de mi vida” es un libro de cabecera para quienes pretendan descubrir a un ser humano integro, racional y, por encima de otra condición, que “ha sabido vivir la vida” desde una atalaya privilegiada. |
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