La geometría del círculo

“Un hecho se cruza en la vida de Jonás: el inminente viaje de sus padres. Este hecho inesperado lo arrastra por una historia dondem los acontecimientos –más o menos desafortunados–, se revelan como algo más que meras coincidencias: historias en la que estaba inmerso, pero que le era ajeno. Pero también pasan por su vida los más insólitos personajes: una antigua estrella de  cabaret aficionada al juego, un cobrador de peaje con una malograda carrera futbolística, y un grupo de activistas políticos conocidos como Los inclementes.

     Con sus singulares historias, los personajes van trenzando el perímetro de una novela, presidida por una doble presencia: Expresión solemne de un destino –suerte, fortuna, existencia– que entrelaza los actos y el discurso del sujeto, pero también sus pensamientos y decisiones: destilado de secretas imposiciones de una realidad Otra que supera al sujeto, sino repetición de una escritura encriptada que puede someterse a las leyes de la probabilidad; pero también la contingencia del azar a modo de un Real ajeno, imprevisible, fuera de todo control y cálculo, que impone sus leyes que nos son desconocidas. Parajes de lo incierto donde toda seguridad se desvanece. Apuesta en la que el yo siempre pierde.”

La geometría del círculo pone en entredicho la pretendida autonomía y libertad del sujeto actual, cuestionando al mismo tiempo sus convicciones y resortes más firmes. Como decía Mallarmé (1897): todo pensamiento emite un golpe de suerte, pero un golpe de suerte nunca suprimirá el azar.

        Un hecho se cruza en la vida de Jonás: el inminente viaje de sus padres. Este hecho inesperado lo arrastra por una historia dondem los acontecimientos –más o menos desafortunados–, se revelan como algo más que meras coincidencias: historias en la que estaba inmerso, pero que le era ajeno. Pero también pasan por su vida los más insólitos personajes: una antigua estrella de  cabaret aficionada al juego, un cobrador de peaje con una malograda carrera futbolística, y un grupo de activistas políticos conocidos como Los inclementes.

        Con sus singulares historias, los personajes van trenzando el perímetro de una novela, presidida por una doble presencia: Expresión solemne de un destino –suerte, fortuna, existencia– que entrelaza los actos y el discurso del sujeto, pero también sus pensamientos y decisiones: destilado de secretas imposiciones de una realidad Otra que supera al sujeto, sino repetición de una escritura encriptada que puede someterse a las leyes de la probabilidad; pero también la contingencia del azar a modo de un Real ajeno, imprevisible, fuera de todo control y cálculo, que impone sus leyes que nos son desconocidas. Parajes de lo incierto donde toda seguridad se desvanece. Apuesta en la que el yo siempre pierde.

         La vida –puede concluirse– no puede concebirse sino en relación a todas aquellas manifestaciones refractarias a cualquierintento de control por el sujeto.