Como dice Stephan Mallarmé (1897) “Todo pensamiento emite u golpe de suerte, pero un golpe de suerte nunca suprimirá al azar” Efectivamente, el fatum entrelaza los actos y el discurso del sujeto en su extensión y su profundidad: destilado de una realidad Otra que supera al sujeto, sino repetición de una escritura encriptada. Fatum fatis ego perea, reza el adagio latino. Como se hace eco Jesús Jiménez Domínguez –y Marta Fuembuena lo explicita en Del peligro de suerte– inmolado a oscuros dioses, el sujeto no está en esta encrucijada, justo donde deaparece: la suerte, es un peligro. Lejos de la repetición mortal, el sujeto cabe localizarlo justo en el punto de fuga de la certeza, allende la razón; punto de fricción con el azar –alea– Eso radicalmente Real, y por ende, contingente. Incertidumbre. Terreno resbaladizo donde la seguridad va a la deriva. “Que vida!, La verdadera vida está ausente. No pertenecemos al mundo” dice Rimbaud. Efectivamente, la vida –dice la autora en este poemario– está en el tiempo que nos queda por recorre, no en lo hecho, en lo que se nos escapa, no en lo que tenemos. Extraño punto de goce el del ser humano. Venero de poesía. Dice Lacan que “Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro –y sigue– la poesía es creación de un sujeto que sume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo” |
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