Mariposas en el estómago

Algunas veces, lo que consideramos poesía, sólo encuentra su ser cuando se rebela contra su propia razón de ser. Desde mi punto de vista, esto es lo que sucede con estas “Mariposas en el estómago” de Edu Sívori Alt. En este poemario, la poesía lo es porque no pretende serlo. La única “razón” que la justifica es un impulso visceral del corazón que, como es sabido, defiende sus propias razones. Aquí no hay búsqueda de vuelo poético alguno sino des-encuentro de duelo ético, no en la acepción dolosa de la palabra “duelo” (que también), sino en la otra de combate, de enfrentamiento, a última sangre, contra el poder más aniquilador: la indignidad que impone su protocolo de miserias en la llamada civilización desarrollada.

Si, como titula Gabriel Celaya uno de sus poemas La poesía es un arma cargada de futuro, no será, podemos decir, por lo que resuelve, sino por lo que apunta —la poesía, dirá Mannoni, no está en lo que se dice, sino en otra parte—; y aquí no podemos dejar de evocar al poeta soriano: «Se canta lo que se pierde». Entonces el texto que le proponemos Mariposas en el estómago, nos remite a ese agujero, —leamos vacío, pérdida, incluso huella— efecto del significante y la palabra. «Escribir se escribe a pesar de todo con la desesperación» —dice Margarite Duras—, y sigue: «Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que solo la escritura te salvará. Todo esto es algo que mueve a los escritores». De modo que, en tanto no hay cuerpo más allá de las palabras, se trata del cuerpo significante. Entonces, el texto de Sívori no es una mera denuncia social acerca de la miseria humana (de la que tanto usufructo sacan paradójicamente los más diversos discursos bienintencionados); antes bien, podemos argüir que señala a la obscenidad de un goce patético que se erige siempre a cuenta del sujeto; así como a la implicación en el sostenimiento del mismo de las más nobles intenciones. Argucias de lo imaginario. No por nada, dice Duras en Escribir: «Un escritor, es algo extraño. Es una contradicción, y también un sinsentido. Escribir, también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido».